Obama-Clinton : los clones demócratas

Sunday 3 February 2008

Obama-Clinton : los clones demócratas

« El gran problema de los Americanos, dijo Woody Allen, es de decidirse entre Pepsi Cola o Coca Cola. » Una frase acerba que ataca sin duda al pensamiento único impuesto sin contemplación desde las altas esferas del establishment podría asimismo ilustrar el principio de la campaña presidencial americana y la batalla que se libraron los senadores Barak Obama y Hilary Clinton para representar el partido demócrata en las elecciones de noviembre 2008.

¿Pepsi Obama o Coca Clinton ? ¡Haga su elección! Y si piensa haber elegido « libremente » su candidato, pregúntese en qué el primero se diferencia del otro y haga lo mismo con los otros nueve candidatos plausibles (Bloomberg, Edwards, Giuliani, Gore, Huckabee, McCain, Rice, Romney, y Thompson), todos multimillonarios, que podrían competir para estas elecciones democráticas.

Las semejanzas entre los dos candidatos demócratas van mucho más allá del dinero que poseen y representan. Sus consejeros personales para la campaña no son menos interesantes que ellos y, sin lugar a dudas, serán miembros de sus gabinetes presidenciales. ¿Quiénes son?

Con Obama tenemos en primera línea al señor Zbigniew Brzezinski, antiguo consejero del presidente Carter para la seguridad nacional, el señor Richard Clarke, gran especialista del contra terrorismo estadounidense y el señor Denis Ross, antiguo negociador en Oriente Medio.

Los consejeros de Hilary Clinton son los personajes más destacados del gabinete de su marido; la Señora Madeleine Albright, antigua secretaria de estado, el Señor Samuel Berger, antiguo jefe de la seguridad nacional y el señor Richard Holbrooke, antiguo embajador a las Naciones Unidas.

¿Qué tienen en común con sus homólogos republicanos? Todos ellos forman parte de grupos pro-establishment defensores férreos de las políticas intervencionistas llevadas a cabo por la administración Bush después de los atentados del 11 de septiembre.
Está claro que los nuevos candidatos a la presidencia no han elegido la originalidad y cada uno de ellos va a seguir al pie de la letra los parámetros que caracterizan la política internacional americana de estos últimos quince años.

Una perspectiva deprimente sin lugar a duda. La política internacional de los Estados Unidos ha dejado un reguero de cientos de miles de muertos, la mayoría de ellos civiles inocentes y cada una de sus letales intervenciones en países soberanos ha contribuido ha hacer de nuestro planeta un lugar mucho más peligroso que antes.

El refuerzo de leyes letales para justificar la política intervencionista americana que llegó a su paroxismo con la invasión de Irak en 2003, es en parte debido a los consejeros de nuestros candidatos demócratas de hoy.


Madeleine Albright, considerada la colaboradora más influyente de la pareja Clinton. Fue la responsable de las sanciones económicas decididas contra Irak, sanciones que se saldaron con la muerte de 400.000 civiles. Aprobó también los bombardeos estratégicos sobre Irak y defendió con ardor las teorías que acusaban Saddam Hussein de poseer armas de destrucción masiva. Se opuso a Colin Powell en 1993 cuando éste pedía la cancelación de los bombardeos sobre Bosnia. Según Powell, Albright, exasperada, le contestó: « ¿De qué nos sirve tener está soberbia máquina de guerra si no podemos utilizarla? »

Richard Holbrooke. Mucho antes de ser embajador en la Naciones Unidas, y consejero de Hilary Clinton, fue miembro de la administración Carter. Holbrooke en persona supervisó las entregas de armas americanas al ejercito indonesio cuando éste invadió ilegalmente el Timor Oriental en diciembre 1975 y masacró a quinientas mil personas. Fue él también quien puso su veto a las dos resoluciones de la ONU que denunciaba la invasión y pedía la inmediata retirada del ejército indonesio.

Con el senador Obama encontramos en primer lugar al controvertido Zbigniew Brzezinski, antiguo consejero del señor Carter. Brzezinski se siente orgulloso de haber sido el creador del movimiento jihadista afgano de donde salió Osama bin Laden y Al Qaida. Cuando se le preguntó si no lamentaba las consecuencias de su acto, contestó: « Para nada. Valió la pena. Queríamos acabar con los Soviets. Queríamos acabar con ellos a toda costa ». Fueron esos mismos Mujaidines quienes después de combatir con las tropas americanas en Bosnia hicieron saltar por los aires las Torres gemelas.

Otro hombre del senador Obama es el Señor Dennis Ross. Fue el consejero de los tres últimos presidentes de los Estados Unidos (Clinton y los dos Bush). Fue el máximo responsable de la política Israel/Palestina durante casi quince años. Vemos a diario las consecuencias de su gestión criminal. La actitud arrogante de Israel con el estado palestino y la comunidad internacional es sin lugar a dudas obra suya.

Fue el general Merrill McPeak, otro consejero de Obama quién, con el Señor Holbrooke, supervisó la entrega de cazas de combate americanos al ejército indonesio durante la invasión del Timor Oriental en 1975.

Podríamos hablar también de Sarah Sewall, autora de la introducción del libro del general Petraeus sobre la contrainsurgencia en Irak que es utilizado a diario para perpetrar crímenes contra la humanidad o de Anthony Lake, responsable del desastre económico de Haití durante la era Clinton. Siguió también muy de cerca al presidente corrupto Jean-Bertrand Aristide cuando la administración Clinton le puso de nuevo al poder en octubre 1994. Lake fue también consejero de Clinton durante la guerra de los Balcanes. Es el autor de un discurso que decía, por ejemplo: « Tenemos la suerte de vivir en el país más poderoso y más respectado del planeta en una época donde el mundo está adoptando más que nunca nuestros ideales. Tenemos que asumir las consecuencias. Tenemos que movilizar nuestra nación para que vaya propagando la democracia, extendiendo nuestros mercados y asentando nuestro porvenir ».

El periodista independiente Allan Nairn tiene una idea un poco menos grandilocuente de su país y de sus políticos: « Siguiendo los principios establecidos por los tribunales de Nuremberg, de Rwanda o de Bosnia, la mayoría de esas personas son responsables de acciones inaceptables ; hablamos de guerras de agresión y de asesinatos de civiles ».

En esto muy ciertamente la diferencia entre los candidatos a la presidencia no existe y la próximas elecciones americanas tan deseadas no serán más que « una consulta de pura forma » cuyo resultado; el cambio de un presidente impopular y cansado por una figura menos estigmatizada, no supondrá un cambio de política radical con el pasado ; América seguirá « propagando la democracia, extendiendo sus mercados y asentando su porvenir » de la manera que conocemos.